Marco Tulio Cicerón

El mejor orador de la historia de Roma. Un “hombre nuevo” (homo novus) que ascendió al consulado solo por su intelecto y su voz, sin pertenecer a la vieja aristocracia.

Cicerón representa la legalidad republicana y el poder de la palabra frente a la espada. Aunque admiraba el genio de César, temía su ambición. Sus Filípicas contra Marco Antonio le costarían la vida: sus manos y su cabeza fueron clavadas en la tribuna de los oradores del Foro.

En las novelas de Posteguillo, es el eterno observador crítico, el hombre que intenta salvar la República con discursos mientras otros la despedazan con ejércitos.